autor Domingo Chica Pardo | Analítica del aprendizaje: 30 experiencias con datos en el aula
A lo largo de mi carrera profesional, me he sentido bastante concienciado de la necesidad de desarrollar dinámicas en el aula que potencien la producción de habilidades lingüísticas, tanto en la producción o expresión tanto oral como escrita. Considero que este es un punto esencial para la enseñanza de idiomas ya que los docentes debemos diseñar propuestas motivadoras, efectivas y significativas para nuestros estudiantes para que puedan desarrollar los contenidos discursivos presentes en nuestro currículum a través de los diversos criterios de evaluación reflejados en los distintos bloques de la asignatura.
En consecuencia, el docente debe disponer no solo de un conocimiento del contenido, sino además de un conocimiento tanto pedagógico como tecnológico para afrontar con la mayor objetividad posible tanto las necesidades de aprendizaje de nuestro alumnado, como atender a los distintos ritmos presentes en nuestras aulas.
Entran por lo tanto en escena diversos factores que condicionan ya el modo en el que concebimos o entendemos el proceso de enseñanza-aprendizaje ya que se verán afectados por la metodología, el entorno o contexto socioeducativo, la tecnología, la base del aprendizaje -qué taxonomía estamos aplicando- y, finalmente, la evaluación y sus herramientas que han de ser acordes a nuestra propuesta.
Como profesor de inglés necesitaba una metodología que “descargase” el contenido teórico-gramatical del aula, es decir, que el espacio grupal fuese un momento de aplicación y análisis de lo conocido o recordado para que mis alumnos estuviesen en contacto con la lengua de la manera más directa, natural y real posibles. Es así como llegué de un modo u otro a la clase invertida en la que gracias a la consulta de material previo como vídeos, lecturas o páginas web, podía disponer de más tiempo en el aula para llevar a cabo las propuestas o dinámicas que comentaba más arriba con el fin de evaluar y crear a partir de lo aprendido.
Y realmente los resultados son satisfactorios -al igual que en otras materias que imparto- en donde el alumnado se ha concienciado de que el contenido no tiene que ser presentado por el profesor en el mismo espacio y que gracias al enfoque flipped pueden colaborar, debatir, compartir, consensuar… etc.
Todos hemos crecido y nos hemos formado en una escuela donde la evaluación como herramienta de mejora y enriquecimiento era escasa. Eso era debido a que la tecnología para tal propósito no estaba al alcance del profesorado, por lo que la recogida de dichos datos era más bien un proceso de “a ojo de buen cubero”, en otras palabras, no era un proceso objetivo y no podía ser, en consecuencia, definitorio para una actuación posterior. En este sentido y citando a Peter Drucker: “Todo lo que se puede medir se puede mejorar” y gracias al potencial que determinadas herramientas nos ofrecen podemos usarlas para, en efecto, mejorar los procesos de enseñanza-aprendizaje en nuestras aulas.
2.1.1 Cómo las analíticas del aprendizaje influyeron en mis clases.
Estamos siendo analizados constantemente. Varias pulsaciones en nuestros dispositivos móviles pueden ser suficientes para personalizar nuestras preferencias y ofrecernos un producto determinado lo más adaptado a nuestras necesidades. La analítica del aprendizaje desarrolla la misma función.
En mi caso, suelo poner en práctica varias posibilidades o recursos en función de la herramienta que use o el propósito que persiga. El hecho de poder conocer no solo antes de clase, sino también durante o después de ella lo que mis estudiantes han aprendido, cómo lo han aprendido y qué tiempo han empleado en aprender los contenidos son datos muy valiosos que me permiten mejorar distintos aspectos de mi contexto educativo y el de mis alumnos.
Gracias a ello, pasamos de una evaluación tradicional a la analítica de datos del aprendizaje que me permite analizar los datos recogidos para interpretar una información que me servirá para tomar medidas en relación a lo que se va a trabajar en el aula, para afianzar y reforzar contenidos. De esta manera puedo avanzarme en la evaluación y descubrir si hay estudiantes que son buenos en comprensión lectora, pero tienen dificultades en la expresión escrita.
Creo que esto es de gran importancia porque me permite reflexionar no solo qué debo hacer para trabajar un campo en concreto en mis clases, sino el cómo hacerlo, como por ejemplo, adaptar el nivel de comprensión escrita u oral teniendo en cuenta los datos obtenidos tras varias sesiones.
Por lo general, la herramienta que uso para enriquecer vídeos –Edpuzzle– me proporciona una serie de datos que son importantes a la hora de tomar decisiones sobre qué y cómo vamos a trabajar no solo en el aula, sino a lo largo de la unidad didáctica sobre la que estemos trabajando.
Por lo tanto, el tipo de preguntas que formulemos va a ser importante para que esos datos incidan lo más positivamente sobre los estudiantes y sobre los aprendizajes que perseguimos. Más concretamente, partimos de que el vídeo debe ofrecer al alumnado la parte conceptual, en otras palabras, los niveles inferiores de la taxonomía de Bloom. Existen diversos recursos en la red que nos pueden ayudar a trasladar dichas habilidades en preguntas que nos sirvan para trabajarlas adecuadamente. Un ejemplo podría ser tomar como referencia los estándares de aprendizaje evaluables como “inspiración” en la creación de nuestras cuestiones en el vídeo. Los resultados nos ofrecerán una visión y capacidad de análisis de lo que nuestro estudiante sabe o no sabe, además de cómo lo sabe para poder atenderles de la mejor manera posible, atendiendo a sus necesidades reales de aprendizaje.
Teniendo en cuenta los resultados arrojados en Edpuzzle, la figura 1 muestra un ejemplo de aplicación de los estándares de aprendizaje. Aprovecho la presentación previa de la estructura gramatical del past perfect en inglés para tejer un andamiaje de preguntas que vayan escalando en aplicación de destrezas, en este caso, la producción de textos escritos y la comprensión de textos orales -escuchan la explicación en inglés-. Concretamente, el estándar aplicado pertenece al bloque 3, estándar 4: “Escribe informes muy breves en formato convencional con información sencilla y relevante sobre hechos habituales y los motivos de ciertas acciones”.
Gracias a la analítica del aprendizaje puedo saber de antemano qué necesita mi alumnado a la vez que han realizado unas tareas de casa productivas, sin necesidad de dedicar mucho tiempo en la siguiente clase a la revisión analógica de las mismas que, por cierto, no nos arroja ningún tipo de dato.
En la figura 2, la franja de resultados del 14 al 79 me permite saber de antemano qué estudiantes necesitan refuerzo o afianzar un determinado contenido, en este caso, en el uso del simple present en inglés en relación tanto a su estructura gramatical como a sus usos.
De un modo más individualizado, la Figura 3 arroja datos visuales: las zonas que están marcadas con un cuadro violeta me permiten saber de antemano qué dificultades concretas ha presentado un determinado estudiante y me permite diseñar un plan de atención centrado en las verdaderas y no grupales dificultades presentadas.
Por lo tanto, visualizar la recogida de datos me ofrece la oportunidad de interpretarlos para actuar en consecuencia y que los estudiantes trabajen en clase en lo que realmente tienen dificultades o reforzar contenidos en concreto para que el espacio grupal sea lo más fructífero posible y nos permita practicar, exponer, compartir, dinamizar propuestas en las que las destrezas de expresión oral y escrita sean las protagonistas. En definitiva, gracias a las analíticas cosechadas los deberes sí tienen sentido ya que no solo “consumen” contenido, sino que además interactúan con él, se autoevalúan e incluso pueden crearlo desde su propio aprendizaje.
Otra herramienta que me ayuda mucho a determinar el nivel de asimilación o trabajo de la comprensión lectora en Lengua Inglesa son los Google Forms. Cada semana, suelo enviarles un ejercicio de comprensión lectora de opción múltiple junto con otro bloque en el que tienen que trabajar la expresión escrita. En cada caso, está relacionado con el proyecto que estamos trabajando en relación con el vocabulario, gramática y elementos discursivos tratados.
Para ello, según el nivel que estemos trabajando -A2 según MCERL en este caso- las respuestas recogidas me aportan datos que son importantes a la hora de establecer no solo los criterios de evaluación, sino también exigirles un poco más en función de los resultados obtenidos o reconducir la propuesta ofrecida para que sea lo más real al nivel de trabajo de mi alumnado. Veamos un par de ejemplos:
Como podemos ver en la Figura 4, existe una mejora en el aprendizaje de los estudiantes en cuanto a la destreza de comprensión escrita con pruebas de opción múltiple donde aplico la tecnología para conseguir un aprendizaje adaptativo. Gracias a los resultados obtenidos, actúo en consecuencia para determinar cuál es el nivel o área de competencia lingüística de mi alumnado en lengua inglesa para saber qué es lo que les resulta más complejo -comprensión de las preguntas, vocabulario usado, longitud de las preguntas… etc.-.
Considero que la analítica del aprendizaje es el punto de partida para ofrecer a nuestro alumnado las herramientas o procesos de aprendizaje más adecuados para ellos en el camino hacia la personalización de nuestras propuestas de aula.
2.1.3 Conclusiones
por Daniel Amo Filvà
Domingo Chica expresa la esencia del análisis de datos a través de una asignatura no vinculada directamente a datos como puede ser matemáticas. Por consiguiente, Chica rompe con el estereotipo del uso de datos en asignaturas de ciencias y demuestra cómo en su asignatura de inglés mejora el aprendizaje y el contexto de aula con actuaciones derivadas de resultados analíticos.
El uso del Flipped Learning, el enriquecimiento de los vídeos y el análisis de los resultados de las preguntas incrustadas marca también la esencia de este libro. La mayoría de las experiencias que encontrarás en el capítulo 3 usan este modelo Flipped. No obstante, las actuaciones llevadas a cabo por el análisis de los resultados son muy dispares. Es en estas actuaciones donde radica su valor real.
Chica nos avanza cómo el criterio docente, su experiencia, sus conocimientos y sus habilidades –sobretodo digitales- marcan la directiva de actuación individual. En consecuencia, nos encontramos en un contexto de herramientas digitales que se usan de modos distintos y que los resultados se accionan según el contexto en el que se desarrolla el aprendizaje.