By | noviembre 13, 2017

Hoy he leído en las redes sociales que «la evaluación puede pervertir el aprendizaje de los alumnos». Esta frase invoca a la convicción de que la evaluación limita, condiciona, modifica y tergiversa los momentos de aprendizaje de los alumnos, puesto que están sometidos a un marco definido por unas reglas inviolables. Evidentemente en cuanto una escuela se rige por un currículum para cada una de las etapas educativas el aprendizaje se ve condicionado puesto que cada alumno debe alcanzar unos objetivos en base a unos indicadores de evaluación.

No se pone en duda si en las escuelas o incluso universidades existe aprendizaje. Lo que no existe es un libre aprendizaje a etapas tempranas para cada contexto. Me refiero a libre aprendizaje como aquel que el alumno decide aprender por libre elección, sin tapujos, sin impedimentos, sin curriculums ni objetivos que cumplir. En este aprendizaje autoimpuesto -¿utópico?- los alumnos escogen la temática, el género, el contexto, investigan, deducen contenidos que deben comprender, interpretar, entender, saber usar y aplicar, demostrar resultados, realizar análisis, mostrar conclusiones y otras muchas más acciones. Es la elección propia lo que marca el matiz de estas acciones, unas subyugadas por un criterio autoimpuesto y otras impuesto por el marco de evaluación.

¿Es la evaluación un marco que limita el aprendizaje? En el momento que hay objetivos impuestos por etapa existe una evaluación marco para indicar que esos objetivos se han cumplido. Los llamados indicadores de evaluación son ni más ni menos que la definición de un conjunto de reglas que deben cumplirse para que el alumno pueda acceder a cursos superiores. De criterios hay varios. Ligados a competencias, a ejercicios, a actividades, a proyectos… y de alguna manera estos criterios construyen muros verdaderos alrededor del aprendizaje.

En el lado más humano, menos burocrático, todo profesor quiere que sus alumnos vayan más allá del aprendizaje de cada currículum de etapa. La ley define un marco de objetivos, contenidos y criterios de evaluación que cada alumno debe aprender/superar/consolidar o de lo contrario repetirá curso. ¿Podemos cambiar la forma de evaluar para aproximar el aprendizaje a uno más libre, sin ataduras? Puede que los algoritmos sean una pieza importante hacia una evaluación menos marco y más abierta.

Los algoritmos son un arma de doble filo. No obstante, en su parte más positiva/educativa, pueden ser muy útiles para derribar los muros de la evaluación marco, y creo que debe ser así. De alguna manera los algoritmos pueden crear caminos paralelos en el aprendizaje para saltar las vallas de esta evaluación enmarcada. O incluso, derribarlas para crear caminos únicos de aprendizaje -elegidos por los propios estudiantes-.

Ya sabemos que la analítica del aprendizaje es una compañera ideal en el proceso de evaluación marco. Expone el antes, el durante y el después para ofrecer una evaluación más objetiva -que no igualitaria, pero sí equitativa- de un camino de aprendizaje guiado.

En un escenario en el que el proceso de aprendizaje está libre de muros, reglas y obligaciones más que las autoimpuestas por los alumnos, la analítica del aprendizaje sigue siendo el complemento perfecto que hace más efectiva la tarea de la persona que ayuda a progresar al alumno. En este escenario a los alumnos se les puede preguntar ¿hasta dónde quieres llegar?

 

 

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