By | septiembre 21, 2017

Vuelvo a considerar la moralidad o ética en la gestión de datos educativos. En un entorno en el que las herramientas educativas -sobretodo aquellas surgidas de startups exclusivas de tecnología educativa- empiezan a formar parte del día a día de muchas escuelas y instituciones educativas es de especial atención saber cómo se tratan los datos.

La despersonalización de los datos educativos de cualquier alumno, profesor o rol activo es un primer paso ante su privacidad, como actores pasivos y activos. Un alumno es actor pasivo en cuanto el profesor utiliza sus datos generados para tutorizarle o evaluarle, pero pasa a ser activo cuando ese mismo alumno empieza a utilizar sus propios datos para mejorar su aprendizaje.

En cualquier caso, una despersonalización de los datos es necesaria pero no suficiente. ¿Cómo se controla la gestión de datos educativos de un alumno por parte de terceros? ¿Cómo puede un alumno conocer qué institución tiene, observa y trata sus datos?

En un escenario en el que las tecnológicas disponen de datos educativos los mercados pueden fluir hacia una dirección u otra. Peor es cuando se utilizan los datos educativos para extraer tendencias y dirigir el contexto educativo hacia propios intereses de las tecnológicas poco afines a los de los alumnos. En el momento que se extrae una tendencia los datos educativos ya carecen de valor y vuelven a cobrarlo en cuanto se vuelven a analizar para extraer nuevas tendencias. ¿Deben las tecnológicas o instituciones educativas poder retener para siempre datos educativos aunque estén despersonalizados?

Ya he comentado distintas veces que un histórico de datos es un banco de pruebas ideal para sacar conclusiones, extraer tendencias y marcar direcciones de negocio de instituciones educativas. La despersonalización de datos no es suficiente en cuanto los datos educativos persisten, siguen en las bases de datos de terceros y se pueden utilizar curso académico tras curso académico.

¿Debe un alumno tener la posibilidad de ejercer el derecho al olvido de sus datos educativos? No estamos hablando de expedientes académicos, sino de sus interacciones a lo largo de su proceso de aprendizaje. Estas interacciones pueden reflejar su camino de aprendizaje desde que accedió a una institución hasta que salió de ella. ¿Deben las instituciones educativas en las que ha participado el alumno o las herramientas tecnológicas que ha utilizado disponer de sus interacciones para siempre?

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