Hace días que me rondan por la cabeza algunos comentarios de terceros acerca de la analítica del aprendizaje, sobretodo aquellos que aparecen cuando hablo de la analítica del aprendizaje. Algunos asienten y preguntan «¿para qué sirve eso?». Otros evitan el tema y sueltan «Ah! Sí, métricas… lo cualitativo es más importante.» o «el aprendizaje no se puede cuantificar!».
Admito que he probado la variante en inglés, learning analytics. El efecto es el mismo. No te hacen mucho caso, sepan o no de qué va. He llegado a la conclusión que lo cuantitativo es tabú, asusta y no interesa. No obstante, la necesidad de conocer lo que se cuece en nuestro contexto educativo para poder personalizar el aprendizaje es imperativa. Las reflexiones cualitativas necesitan de insights cuantitativos. Y estos los ofrece la analítica del aprendizaje.
Piensa en tu tarea como rol educativo. Llegados a este punto, todos los que practicamos la enseñanza en línea deberíamos plantearnos la siguiente pregunta:
¿Dispongo de herramientas para conocer el comportamiento de los alumnos en mi entorno virtual de aprendizaje?
Deberíamos poder responder afirmativamente. Deberíamos poder saber cómo actúan nuestros alumnos, descifrar el por qué y actuar en su beneficio. En caso contrario no podremos dar respuesta a preguntas como:
- ¿Cómo puedo mejorar la retención de los alumnos?
- ¿Qué aproximación pedagógica está dando mejores resultados (académicos, de comportamiento…)?
- ¿Puedo evitar que un alumno estudie en el último momento?
- ¿Se le está dando el uso adecuado a un recurso en particular?
La ristra de oportunidades a resolver ofrecida por la analítica de aprendizaje es igual al número de planteamientos educativos posibles. Si seguimos mirando hacia otro lado cuando en educación se nombran aproximaciones cuantitativas perderemos oportunidades de mejorar. ¿Cueces o enriqueces?
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